Es evidente que no todos los ejercicios y protocolos de entrenamiento del core serán válidos para el objetivo de reducir los síntomas del dolor y discapacidad provocados por el DL no específico en todo tipo de poblaciones. Pero desde un punto de vista teórico parece lógico considerar que una correcta intervención de entrenamiento pudiera ayudar a mejorar la inestabilidad raquídea y a restablecer la falta de coordinación/control motor que presentan muchos sujetos con DL crónico, y por tanto, mejorar su capacidad funcional y disminuir el dolor asociado. Esto hace que se asuma en general que un óptimo programa de entrenamiento tenga el potencial para recuperar la función muscular debilitada del tronco de sujetos con DL crónico y así mejorar la capacidad de controlar el complejo lumbo-pélvico, lo que aliviaría el mecanismo irritante y el dolor.
Sin embargo, aunque algunos estudios apunten hacia la efectividad de este tipo de intervenciones para mejorar el estado de sujetos con DL, aún no se conoce la mejor “dosis-respuesta” de ejercicio para cumplir este propósito (características de los ejercicios, duración o el número de repeticiones, etc.). Se necesita más investigación que se centre en estas cuestiones antes de realizar generalizaciones más precisas sobre del core-training para este objetivo. Además, la diversidad de ejercicios, dispositivos utilizados, y protocolos de entrenamiento del core presentados en los estudios de intervención dificulta poder comparar resultados entre sí (algunos estudios han utilizado el “método Pilates” u otros ejercicios de fortalecimiento de la musculatura del tronco, sin especificar los ejercicios y dosis de entrenamiento utilizados), todo lo cual hace ser cautos a la hora de generalizar y extrapolar los resultados en cuanto a la eficacia y/o superioridad/inferioridad del core-training frente a otras terapias y entrenamiento físicos.
Por otro lado, los instrumentos de medida utilizados en los ensayos para poder valorar objetivamente la mejora funcional y el DL en estos pacientes (Escala Visual Analógica –VAS-, cuestionario Oswestry, Royald-Morris SF-36, Patient-Specific Functional Scale , etc.) son complejos y a veces no lo suficientemente sensibles y fiables, lo que limita en parte el conocimiento y extrapolación de los resultados. Además, la mayoría de estudios seleccionados que están a favor de los ejercicios de core combinaron estos ejercicios junto con alguna otra forma de tratamiento físico (actividades aeróbicas, estiramientos, higiene postural, etc.), por lo que resulta imposible determinar el verdadero efecto de los ejercicios de estabilización del tronco per se. También es probable que el entrenamiento del core pudiera verse favorecido por la implementación de ese otro tipo de actividades físicas más genéricas y a priori inespecíficas, de forma que la incorporación de ejercicios del core en un programa de entrenamiento más global que incluyera otro tipo de ejercicios (de fuerza, de estiramiento y/o aeróbicos) pudiera ser la mejor estrategia a implantar.
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