ARTICULO DEL MES DE JULIO 2011

Autor: Javier Muñoyerro, Presidente de la Fundación Zonascardio 

 

Las muertes por paros cardiacos suponen tanto  a nivel nacional como a nivel mundial un grave problema social. Cuando se produce un paro cardiaco, por cada minuto que transcurre se reducen las probabilidades de supervivencia entre un 7 y un 10% por lo que es vital actuar antes de 3-4 minutos.  Sin la realización del masaje cardiaco y la utilización del desfibrilador, prácticamente es  imposible salvar la vida, pues los servicios de emergencia no siempre pueden llegar a tiempo. Por un coste equivalente  al de un ordenador  portátil y con mínima formación,  se pueden salvar muchas vidas.

   Cada año se producen en España más de 24.500 paradas cardíacas extrahospitalarias, lo que   equivale a una media de una cada 20 minutos.  Cada año, 68.500 pacientes sufren un infarto agudo de miocardio en España, de los que aproximadamente un 30% fallece antes de ser atendido en un hospital.  La experiencia científica ha demostrado que la efectividad de la desfibrilación temprana en la recuperación de un ritmo cardíaco eficaz es del 90% cuando es posible efectuar la desfibrilación en el primer minuto de evolución.

El  paro cardíaco repentino

   Cuando el corazón late a un ritmo caótico (fibrila), no puede bombear la sangre adecuadamente. De ahí la importancia del desfibrilador para poder llevar al corazón a su ritmo normal y restaurar el flujo sanguíneo adecuado.  El infarto de miocardio y el paro cardíaco repentino son problemas diferentes. El segundo es un problema eléctrico. A veces, un infarto, que puede no ser fatal en sí mismo, puede derivar en un paro cardíaco repentino. Es  muy importante aclarar que el paro cardiaco puede ocurrirle a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar. Aunque el riesgo de paro cardíaco aumenta con la edad y en personas con problemas de corazón, un porcentaje grande de las víctimas se da en el colectivo de personas sin ningún factor conocido de riesgo. Tanto los niños como los adolescentes, los atletas y los ancianos pueden sufrir un paro cardiaco.

La cadena de supervivencia

Siguiendo la "cadena de supervivencia", para que la intervención sea eficiente, es imprescindible una actuación rápida y eficaz en cada una de sus etapas en los primeros minutos tras el ataque súbito, es decir:

1. Llamada a los servicios de emergencia.
2. Realización de maniobras de resucitación cardiopulmonar  (masaje cardiaco)
3. Utilización del desfibrilador, que procede a realizar descargas, en caso de que fuera necesario, para conseguir  recuperar así el ritmo del corazón
4. La rápida intervención posterior de servicios sanitarios para realizar una actuación más exhaustiva.

Importancia del desfibrilador

   El desfibrilador semiautomático (DEA) realiza automáticamente un diagnóstico del ritmo del corazón de una persona que supuestamente ha sufrido un paro cardiaco. Tras comprobar que está recomendada una descarga eléctrica, permite realizar varias descargas  alternando éstas con los masajes cardiacos para mantener a la persona  viva hasta la llegada de los servicios de emergencia.

   Su funcionamiento es sencillo: Dos almohadillas conectadas al equipo que son colocadas sobre el  pecho permiten analizar el ritmo del corazón y, si se confirma que se trata de una fibrilación ventricular, el equipo recomendará la descarga y se deberá pulsar el botón. El propio equipo va indicando los pasos que deben darse. Puede ser utilizado  por cualquier persona que haya recibido una formación básica de  seis a ocho horas  impartida por una entidad  cualificada.

   Aunque prácticamente todos los equipos del mercado tienen una gran fiabilidad, alguno de ellos presta gran ayuda durante la realización del RCP (reanimación cardiopulmonar)  e informa de si la presión ejercida durante el masaje cardiaco  y el ritmo son o no los adecuados. No es necesario que quien utilice el desfibrilador semiautomático sea médico o tenga una formación sanitaria.  El equipo lleva incluido un modelo de ritmo, el de fibrilación ventricular, y es con ése con el que se compara el ritmo de la persona  que supuestamente ha sufrido el paro cardiaco. Si por ejemplo, por error, se tratara de utilizar el equipo en una persona que ha sufrido una lipotimia, el aparato no permitiría que la descarga eléctrica se efectuara.

    Por otro lado, la posibilidad de que el equipo cometa un error y diagnostique mal es muy remota. Los estudios muestran que estos aparatos hacen una valoración del ritmo de corazón más rápidamente y con mayor exactitud y fiabilidad, que la que hacen muchos profesionales entrenados para actividades de emergencia. 

Autor: Javier Muñoyerro, Presidente de la Fundación Zonascardio